En sus sueños el príncipe deseo no ser solo él, el liberado
de sus responsabilidades, también deseo lo mismo para su tío, se imaginó un
futuro juntos libres de decisiones y cargas que limitaba la libertada de ambos,
lo deseo con tanta fuerza que soñó con su tío.
En sus sueños estaba parado en un prado de un verde que no había
visto antes, y el olor que desprendía el pasto era tan fuerte que el respirar
se hacía pesado, de pronto vio a su tío, una figura lejana en el firmamento que
la reconocería en cualquier lugar. Quiso llamarlo y estaba a punto de hacerlo
cuando su espalda comenzó a picar y arder, al inicio era leve, como una simple molestia,
pero con cada respiración el dolor incrementó impidiéndole caminar.
Sus piernas
se doblaron cayendo al suelo en un intento de mitigar el dolor, llevo sus manos
a la espalda desesperado por encontrar el causante del dolor solo ese movimiento
lo empeoro todo, fuertes espasmos de apoderaron de sus extremidades, el pecho comenzó
a arderle como si hubiesen llamas dentro de su piel; la cabeza le latía en
fuertes martillazos y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
Rumi quería que el dolor se detuviera, que parara. Que
alguien lo ayudara así que con gritos desgarradores llamo a su tío no una vez,
ni dos, sino incontables veces hasta que todo a su alrededor se tiño de negro.
Después de perder el conocimiento despertó asustado entre extrañas
plumas de colores, el pánico de no comprender la situación hizo que los latidos
de su corazón incrementaran, sin poder creerlo miro sus brazos que ahora eran
alas, miro sus piernas que ahora eran patas, todo él ya no era en realidad él.
Se había convertido en un gallito de las rocas.
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